- 20 discos de masa para empanadillas
- 6 manzanas peladas, descorazonadas y en dados pequeños
- Una pizca de zumo de limón
- Una nuez hermosa de mantequilla
- Una cucharada de azúcar
- Huevo batido

Se pelan las manzanas, se descorazonan y se cortan en dados pequeños con ayuda de un cuchillo.

En una sartén antiadherente se añade el azúcar y se carameliza a fuego muy suave sin que se queme. Cuando se vea que adquiere
un tono rubio, se incorpora la mantequilla y se deja fundir, añadiendo rápidamente las manzanas cortadas. En ese momento se
sube un poco más el fuego y se deja que se doren, hasta que adquieran un tono tostado apetecible. Será necesario que pasen
unos cinco minutos, para que la manzana adquiera el aspecto de compota. Justo antes de retirarla, se añade el zumo de limón
y se deja enfriar.

Se estiran los discos de pasta de empanadilla encima de la mesa y se coloca en su interior una buena cucharada del relleno
preparado.

Se pinta con huevo batido todo el extremo y se cierran como si fueran medias lunas, pinzándolas o sellándolas con las púas
de un tenedor y se dejan reposar en la nevera bien cubiertas. A partir de este momento se pueden hacer dos cosas: para que
estén menos grasientas, pintarlas enteras con huevo, colocarlas sobre una hoja de papel y una bandeja de horno e introducirlas
en un horno caliente a 200 °C, unos 20 minutos hasta que estén doradas. O emplear el método tradicional, es decir, freírlas
en abundante aceite de oliva bien caliente y escurrirlas. Si antes de servir se espolvorean con azúcar, quedan fantásticas.
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